domingo, 3 de noviembre de 2013

ELLA Y EL LEON

Atrevida y desafiante fijo su mirada sobre los ojos rasgados del gran felino.

Los dos intentaban ocultar el pánico que se tenían mutuamente con silencio. Solo se mantenían sentados uno en frente del otro, en medio de esa gran extensión de sabana.

Ambos tenían la necesidad de disfrazar sus debilidades. El león no quería demostrar que estaba malherido y cansado para cazar y ella no permitiría que se descubra que el frío del desierto no la dejaba dormir.

Pero ninguno de los dos sobreviviría sin el otro cuando el sol terminara de caer sobre ese horizonte de árida tierra.

Y ella dio el primer paso. Trajo una pequeña presa para alimentarlo, pero la colgó en la rama de un árbol. Así él, con un mínimo esfuerzo, podría alcanzarla y sentir que su naturaleza como depredador no se había desvanecido. 

Por su parte, el león se echó al suelo, extendiendo su lomo y con un pequeño rugido la invitó a arroparse con su pelaje y así poder descansar segura y protegida.

Primera noche sin necesidad de garras ni escopetas. Primera noche, ella y el león, como animales humanizados.