jueves, 22 de agosto de 2013

LAS RAICES NO CAMBIAN

Fue una de esas charlas improvisadas que suelo tener con personas desconocidas.
Desde el "trapito" hasta el gerente de banco, me atrapan las historias y no puedo dejar de escucharlos.
En esta oportunidad la anécdota la cuenta un joven policía de nuestra ciudad.
Franco, 21 años, simpático y con ganas de soltarle la mano al legado familiar.
El viene de un pueblito vecino, muy chiquito. criado por peones de un campo lleno de caballos. 
Riendo mencionó que aprendió a cabalgar antes que a caminar.
-Algunos con triciclos destartalados y otros con potrillos desbocados- Acote como un chascarrillo.
Las risas fueron inevitables.
Hoy Franco es un policía motorizado, doma en una Honda Tornado 250cm3.
-Pero la moto me encanta también- Dijo, como tratando de auto convencerse de que ese montón de hierros podía compararse con su mascota de la infancia.
Y así empezó la anécdota, mientras se acercaba el cabo Martinez.
-Contale la persecución del otro día- Dijo sonriendo Martinez.
Resulta que estaban persiguiendo a un Natalia Natalia en una Honda Wave negra, algo "tocada" según menciono.
Atrás iba Franco a toda velocidad. 
En las radios empezaron a sentir un sonido extraño, no se entendía si era un código, un grito, un pedido de ayuda.
Todos los compañeros de Franco se pusieron a escuchar con atención.
En un segundo se escucho un grito sapucai..."aaaaaiiiiaaaaiiaaaiiiii". O algo así.
Era Franco, exteriorizando su adrenalina de la única forma que conoce.
Era Franco, dándose cuanta que las circunstancias cambian, que los prados se pavimentan, que las pezuñas se hacen ruedas y que los galopes se adhieren mas al suelo.
Sonríe y me quedo mirándolo. Esta feliz de seguir atado a sus recuerdos de gaucho pequeño.
-Nueve dos, nueve dos- Creo que escuche desde la radio.
Se puso el casco, montó en su moto, le sacó el estribo y asintió de manera cordial.
-Arre!- Le exclamo. Me pareció el mejor saludo, después de todo las raíces no cambian.